La memoria canta al ritmo de los bulldozers.

La historia se sumerge entre los restos de lo que un día pintaba el paisaje de verde. La idea de progreso se ha confundido con exterminio

Un pabellón que desaparece y se mimetiza con su contexto. Un pabellón que, mediante su recorrido, expone lo perdido. Un nuevo bosque de columnas emerge del sitio donde un día existió un paisaje saturado de gigantes verdes que custodiaban las montañas.

Un memorial de lo perdido y una celebración de las nuevas formas constructivas de un material legendario. Un pabellón que reclama un contexto destruido por la incongruencia humana confundida con la idea de progreso que ha llevado a la deforestación de miles de hectáreas del territorio natural mexicano y que hoy exige repensar las formas en las que dicha actividad de lleva acabo.

El pabellón destaca la versatilidad y complejidad constructiva de la madera, presentando un morfología que lleva a los límites de dicho material y que genera una espacialidad compleja y dinámica para los usuarios que lo transitan.

Al interior del pabellón, un bosque de columnas aparece a la par de una serie de plataformas que generan un recorrido casi ceremonial que exhibe las distintas historias de un material milenario.

La escala y emplazamiento del pabellón busca generar una espacialidad que logre mimetizarse con el contexto natural de la montaña y al mismo tiempo re-interprete el bosque que un día existió en dicho lugar.

La iluminación cenital que baña el interior del pabellón genera un juego de claro-oscuros que enriquecen el recorrido espacial del mismo. Una serie de sombras, columnas y plataformas guían al espectador hasta el centro del pabellón que es coronado por un óculo que permite, mediante la vista, extender infinitamente la perspectiva del nuevo bosque.